Nuestra historia es tan solo un homenaje al antiguo y noble oficio de “cantarero de azacán”, nombre de origen Arabe que recibían los porteadores de agua, más conocidos como aguadores o aguateros, gremio al que orgullosamente perteneció mi abuelo y oficio que desarrolló durante su vida en esta ciudad, proporcionando agua a la antigua azucarera local supliendo la falta de redes de abastecimiento de agua corriente. Pero, si quieres saber más sobre la figura del aguador en general te animamos a seguir leyendo. Muy posiblemente, este oficio de aguador tenga sus orígenes, para el caso de nuestro país, en la España de la época romana. Sin embargo, fue claramente heredado de los azacanes del periodo musulmán, quienes transportaban el agua potable ayudados por burros o mulas.
Fue, en general, una labor desempeñada por hombres, aunque en algún caso excepcional podemos encontrar la presencia de mujeres.
Su función era la de abastecer de agua potable a los vecinos de la localidad o ciudad en la que se encontrasen, algo muy necesario para la mayoría de la población que no contaba con fuente cercana ni pozo en sus casas.
El aguador se nutría de las fuentes públicas, de las que recogía el agua potable por medio de cántaros para posteriormente venderla de forma ambulante.
El transporte del agua se hacía mediante cántaros, tinajas, barriles o, en sus últimos años, con cisternas. En la mayoría de los casos eran llevados en una carreta tirada por un burro, pero también existían los aguadores que cargaban los recipientes a sus hombros y comenzaban su camino por las calles del municipio.
Fue la implantación del sistema de agua corriente, en la mayoría de los núcleos de población bien entrado el siglo XX, lo que provocó la desaparición de la figura del aguador.
El oficio ya aparece retratado en la normativa del Concejo de la Villa de Madrid en 1501.
Ya en el Siglo de Oro Español aparecen como figuras representadas en el arte, tanto pictórico como literario. De hecho, no son pocas las obras que recogen la presencia de estos personajes como El lazarillo de Tormes, en escritos de Cervantes, (La ilustre fregona), Lope de Vega o Tirso de Molina; o cuadros como algunos de Velázquez, (El aguador de Sevilla) o Goya posteriormente.
¿Por que con nosotros?
Un sitio céntrico
Estamos situados a tres minutos a pie del centro urbano, donde se encuentra la colegiata de San Miguel, la oficina de información y turismo y el antiguo Ayuntamiento, donde está el centro de interpretación de los sotos del Ebro y un observatorio de cigüeñas.
Un lugar Tranquilo
Al tratarse de un alojamiento intimo, con pocas habitaciones y en una zona apacible, la tranquilidad esta asegurada, garantizando ese descaso tan necesario para acometer un nuevo dia .
Trato hogareño
Como no puede ser de otro modo, como en un pueblo no te tratan en ningún sitio. No hay nada que mejor acompañe a una bonita experiencia vacacional que un buen recuerdo de tu albergue.
Nuestra dirección
Calle Leon Nº 23, 26540, Alfaro (La Rioja)